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El comercio regional en un mundo multilateral

3 julio 2015
ITC Noticias

Los Acuerdos Comerciales Regionales (ACR) existen desde hace siglos y son los precedentes del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que estableció disposiciones claras en materia de uniones aduaneras y zonas de libre comercio. El número de ACR notificado a la OMC ha aumentado a más de 250 en los últimos 30 años; la mayoría creados a partir de 1990 cuando el número rondaba los 70.

El rápido crecimiento de las cadenas de suministro mundiales y su extensión a los PED ha estimulado la demanda de reformas más allá de las fronteras. Muchos ACR recientes pretenden dar apoyo a las redes de producción vinculando la investigación y el diseño, la manufactura, la logística, las comunicaciones, las inversiones, los derechos de propiedad intelectual, las políticas de competencia y las normas reglamentarias. Si bien estas iniciativas coexisten con el sistema multilateral de comercio, no pueden sustituirlo.

Expansión del comercio multilateral

El sistema multilateral basado en normas establecido por el GATT y continuado por la OMC ha tenido gran éxito a la hora de ampliar el comercio mundial y equilibrar los intereses de sus miembros. En las seis décadas desde que se firmó el GATT, las exportaciones mundiales se han multiplicado por 35 y los aranceles se han reducido en un 90%.

El aumento de los Miembros de la OMC, así como las reducciones y disposiciones arancelarias unilaterales negociadas como parte de la adhesión, han incrementado la liberalización. El acuerdo multilateral sobre la facilitación del comercio firmado en la Conferencia Ministerial de Bali en 2013, la primera actualización de las normas comerciales en 20 años, reducirá los costes comerciales en las fronteras para todos los miembros. Se estima que aportará a la economía mundial más de $EE.UU. 1 trillón gracias a un aumento de las exportaciones.

La función de la OMC es respaldar el desarrollo de las normas comerciales mundiales, vigilar el cumplimiento de estas normas, ayudar a resolver las disputas que surjan entre los Miembros y fomentar una mayor integración de sus miembros, especialmente de los PED, al sistema mundial de comercio. Sin embargo, el progreso de la OMC en lo referente a la creación de nuevas normas y actualización de las antiguas ha sido lento.

La mayoría de las pruebas empíricas sugieren que la creación de comercio que resulta de los ACR normalmente ha superado con creces la reorientación del comercio, especialmente en el caso de las políticas arancelarias. La mayoría de los aranceles de los países desarrollados son bajos, por lo que los aranceles preferenciales de los ACR, por norma general, no son tan buenos. Además, la mayoría no han podido reducir los aranceles de forma significante para los productos sensibles más protegidos.

ACUERDOS COMERCIALES MEGA-REGIONALES

Las actuales negociaciones de acuerdos comerciales mega-regionales que implican a múltiples naciones, como la Asociación Económica Integral Regional, la Asociación Transpacífico y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, introducen nuevos elementos en el debate sobre la creación y reorientación del comercio.

Estos acuerdos buscan la convergencia entre sus miembros en los entornos político y normativo; unos esfuerzos más allá de las fronteras que, a menudo, se denominan OMC-plus o más allá de la OMC. Cuando sus resultados son no discriminatorios, ya sea porque se aplican de forma multilateral o porque los elementos discriminatorios son difíciles de imponer, estos acuerdos tienen la capacidad de fomentar el multilaterismo.

Tomemos, por ejemplo, el compromiso de acceso a los mercados en términos de inversión o coherencia reglamentaria. Es muy difícil crear mecanismos eficaces que limiten la aplicación de los compromisos en estas áreas a los países miembros, por lo que los no miembros también suelen beneficiarse. Consideremos la iniciativa de un mercado común de la UE, que permitía un mayor acceso para aquellos no miembros que cumplían con las normas de la UE.

Si los no miembros pueden demostrar cumplir con el mismo nivel de compromiso, es complicado excluirlos de los beneficios. Asimismo, cuando el acuerdo megaregional se basa en áreas clave de la OMC, como las medidas sanitarias y fitosanitarias o las barreras técnicas al comercio, es probable que el resultado sea un trato de nación más favorecida, lo que permite que los no miembros se beneficien.

Experimentar con nuevos enfoques para actualizar las normas comerciales puede ser beneficioso para la economía mundial si se acompaña por un aprendizaje y una adaptación futura, y se integran las necesidades y prioridades de los miembros. Por el contrario, una fragmentación de las normas comerciales internacionales, como resultado de unos esfuerzos descoordinados o descuidados para actualizarlas o extenderlas, podrían debilitar la función de la OMC de desarrollar, vigilar y aplicar normas comerciales, así como de fomentar la integración económica mundial, especialmente de los pequeños países que no pertenecen a un acuerdo mega-regional.

Nuestro deber es garantizar que estos acuerdos continúen promoviendo la liberalización y se integren en el sistema multilateral de comercio. En este contexto, es importante utilizar los mecanismos de los que dispone la OMC. Sus comités y órganos son el entorno apropiado para que los asociados de los ACR compartan sus experiencias y aprendan con las disciplinas OMC-plus, y para que los no asociados compartan sus inquietudes en cuanto al impacto del ACR sobre las exportaciones.

Por otra parte, debemos afinar nuestra capacidad empírica para evaluar los impactos de las medidas más allá de las fronteras, así como para medir la creación y reorientación del comercio como resultado de los ACR.

Sobre todo, debemos comprometernos con el duro trabajo de actualizar y ampliar las normas de la OMC.