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La función de la APC y la asistencia técnica en materia de comercio en la integración económica regional

6 julio 2015
ITC Noticias

Los recientes desarrollos en materia de regulación del comercio mundial muestran un enfoque cada vez mayor en los acuerdos mega-regionales y en otros procesos de integración económica inter e intrarregionales. Estas dinámicas alcanzan a todos los países, ya sean desarrollados, emergentes o en desarrollo. Incluso en los casos en los que estos acuerdos solo se negocian entre regiones desarrolladas, como en el caso de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI) entre la UE y los EE.UU., habrá consecuencias para el mundo en desarrollo.

Si bien la apertura del comercio crea crecimiento, no es, por sí sola, la panacea de los inmensos desafíos del desarrollo. En este doble contexto de elaboración de los objetivos de desarrollo sostenible posteriores a 2015 y la transición entre lo que yo denomino el 'antiguo' y el 'nuevo' mundo del comercio, es importante considerar los posibles riesgos y beneficios que los mega-ALC y la integración regional podrían tener para las regiones emergentes. Más importante aún es examinar y reafirmar el papel que desempeña el ITC a la hora de avanzar el programa de la Ayuda para el Comercio (APC).

En el Consenso de Ginebra, un libro que publiqué justo después de abandonar la OMC, destaqué la necesidad de encontrar el equilibrio entre los beneficios de obtener ganancias económicas a través del comercio y el posible impacto que la apertura del comercio podría tener sobre la estructura social. Esta apertura crea rendimiento y, por tanto, ganancias económicas, pero los formuladores de políticas deben asegurarse de que dichas ganancias también se conviertan en beneficios sociales que alcancen a toda la sociedad, especialmente en los PED donde las desigualdades crecen.

A pesar de que la reducción de obstáculos comerciales iguala el terreno de juego del comercio mundial, en este momento de transición entre el antiguo y el nuevo mundo del comercio, también los obstáculos cambian. En el antiguo, los obstáculos los encontrábamos a lo largo de los sistemas de producción nacionales y existían para proteger a los productores domésticos de la competencia. En ese mundo, la apertura del comercio significaba reducir dichos obstáculos, especialmente los aranceles, cupos y subsidios. Para los negociadores comerciales eliminar estas barreras no era fácil pero sí tenían claro qué tenían que hacer.

Obstáculos del nuevo mundo

En el nuevo mundo, la producción, tanto de bienes como servicios, es multinacional y transcurre a lo largo de las cadenas de valor mundiales. Aunque siguen existiendo algunos de los antiguos obstáculos, las nuevas barreras comerciales se basan cada vez más en la seguridad y en las preferencias de los consumidores de un país o de una región y no en la protección de las industrias. Reducir estas barreras precautorias es más difícil porque requiere armonizar las normas de valor y las normas de calidad y seguridad que reflejan las preferencias colectivas de los ciudadanos.

Asimismo, el enfoque gradual en la apertura del comercio basado en los diferentes niveles de desarrollo que reinaban en el antiguo mundo de comercio no se puede aplicar en el nuevo. Los regímenes arancelarios que variaban en función del nivel de desarrollo ya no son válidos. Tomemos, por ejemplo, el caso de la norma que establece los límites máximos de residuos para los pesticidas para las flores. No tendría sentido que la norma fuera distinta para países de ingresos bajos, medios y altos. En este ejemplo, podemos imaginar las ventajas tangibles que una convergencia reglamentaria alcanzada a través de un acuerdo mega-regional, como la Asociación Transpacífico o la ATCI, podría tener para un vivero de flores de un país africano como Rwanda.

Por otra parte, las regiones en desarrollo siguen dependiendo de la evolución de los órganos reguladores externos aunque es cierto que algunos movimientos en pro de la integración económica intrarregional comienzan a dar frutos, como ocurre en el África Oriental y América Central y dentro de la ASEAN. No obstante, a escala global aún queda mucho trabajo por hacer. A pesar de que se alcanzara cierto progreso en Bali en 2014, la Ronda de Doha sigue sin concluirse. Muchos aranceles siguen siendo altos en los PED, especialmente en los mercados emergentes. Los excesivos subsidios agrícolas pueden convertirse en grandes barreras a la plena integración de estos países a los países más desarrollados.

Pero hay buenas noticias. Estos y otros obstáculos a la plena integración de las regiones en desarrollo y al comercio mundial se pueden superar. A través de asistencia material y técnica en materia de comercio, especialmente para adaptarse a las normas sanitarias y fitosanitarias, y para establecer normas privadas de referencia, el ITC y sus organizaciones y países asociados se esfuerzan por asegurar el éxito continuado de la adaptación de las economías en desarrollo y emergentes al nuevo mundo de comercio.

AUMENTAR EL COMERCIO DE FORMA SOSTENIBLE

En referencia al éxito global de la APC, me sigo guiando por lo que yo opino han sido sus dos mayores logros. En primer lugar, el programa ha ayudado a movilizar los recursos para desarrollar proyectos que impulsan el comercio mediante mejores infraestructuras comerciales y menos burocracia. En segundo lugar, al destacar la importancia de la función positiva del comercio para el desarrollo, la APC ha mantenido el interés en el desarrollo y el comercio a pesar del difícil contexto geopolítico de la crisis económica mundial. La optimización continuada de la asignación de recursos de la APC, y un aumento aún mayor de la transparencia y la rendición de cuentas, garantizarán el éxito continuado de la iniciativa.

Como uno de los principales protagonistas de la APC, el ITC puede y debe seguir a la vanguardia en este nuevo mundo del comercio. Su reconocida experiencia en normas públicas y privadas se ha convertido en un factor determinante de la capacidad comercial de los PED y de las PYME.