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Siete prioridades para la gestión energética mundial

3 julio 2015
ITC Noticias

Los Ministros de Energía del Grupo de los Siete (G7) países más industrializados firmaron recientemente un acuerdo conjunto sobre seguridad energética. Su principio fundamental es que la seguridad energética es responsabilidad de todos.

Los países dependen de sus países vecinos y de soluciones coordinadas para superar las deficiencias y garantizar la seguridad. Sin embargo, la base de toda colaboración internacional exitosa es contar con un marco político sólido y equilibrado en todos los países asociados.

Se calcula que durante las próximas dos décadas se deberán invertir $EE.UU. 48 trillones, o lo que es lo mismo, el 60% del PIB mundial anual, en infraestructuras energéticas. Los riesgos políticos y reglamentarios se consideran los principales problemas que frenan la movilización del capital necesario para realizar dichas mejoras.

Unos marcos políticos equilibrados para la energía en las áreas de la seguridad, la equidad y la sostenibilidad ambiental son la mejor garantía para evitar cambios políticos repentinos y drásticos. Por tanto, el riesgo político es una condición para la movilización del capital necesario y para garantizar la seguridad energética a largo plazo. En el Consejo Mundial de la Energía (CME) esto se denomina 'equilibrar el trilema energético'. Este marco fomenta la prosperidad y la competitividad de cada país. No obstante, el Índice del Trilema Energético del CME refleja que queda mucho trabajo por hacer en gran parte de los 129 países evaluados.

Alerta

Los riesgos y desafíos a los que se enfrenta el panorama de la energía están reflejados en el World Energy Issues Monitor 2015 del CME. El informe muestra que los líderes de la energía de más de 80 países siguen preocupados por la volatilidad de los precios de la energía y los productos básicos, así como por la incertidumbre del marco climático. Además, temen que surjan distorsiones de mercado debido a las barreras al comercio y los subsidios energéticos discontinuos, así como por el anticuado diseño del mercado.

Si bien el contexto nacional específico requiere que cada país encuentre su propia solución para crear el mejor equilibrio del trilema, parece obvio que las respuestas a muchos de los retos energéticos tan solo se pueden hallar de manera multilateral. Las tres preguntas por las que se deberían guiar las cooperaciones internacionales son:

  • 1. ¿Qué objetivos de prosperidad energética tan solo se pueden alcanzar a través de una cooperación internacional?
  • 2. ¿Qué distorsiones o fracasos de mercado existentes impiden que se encuentren soluciones eficaces para la pregunta 1 y requieren una colaboración internacional?
  • 3. ¿Qué áreas tecnológicas estratégicas apoyan la resolución de la pregunta 1 y se deben priorizar en lo que respecta a la investigación y desarrollo (I+D) coordinada de manera internacional?

Teniendo en cuenta estos desafíos, la colaboración y los esfuerzos de gestión internacionales deberían centrarse en estas áreas prioritarias:

  • Compartir eficazmente los recursos a través de la integración regional de la infraestructura
  • Ofrecer un acceso universal a través del fomento de políticas adecuadas, desarrollo de competencias, modelos empresariales innovadores y planes de financiación
  • Mitigar las emisiones de dióxido de carbono a través de un acuerdo climático internacional y el reparto de la carga
  • Acabar con los subsidios a los combustibles fósiles que impiden la eficiencia energética
  • Compartir soluciones y tecnologías verdes a través de la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias
  • Actualizar y estandarizar a nivel regional los diseños anticuados del mercado de la electricidad y el gas natural
  • Coordinar la I+D en los componentes críticos para el sistema con un enfoque en el almacenamiento eléctrico y en la captura/ utilización y el almacenamiento de carbono
Refuerzo de las instituciones existentes

Claramente todas estas cuestiones requieren una mayor cooperación internacional y más progreso del que se ha observado durante las últimas dos décadas. Las organizaciones e iniciativas intergubernamentales tienen dificultades para hacer progresos importantes y sus esfuerzos, a menudo, se centran solamente en evitar el retroceso. El verdadero reto es reforzar las instituciones existentes y adaptarlas al cambiante entorno de la energía.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE), por ejemplo, institucionaliza el enfoque conjunto entre los países miembros de la OCDE en lo referente a las reservas estratégicas de petróleo. No obstante, para la credibilidad futura de este esfuerzo, es esencial que China y la India pasen a ser miembros de pleno derecho. Las organizaciones regionales fomentan el complejo objetivo de integrar de manera transfronteriza las infraestructuras en todas las regiones. De momento el progreso es lento pero es un área que alberga potencial. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SE4All) se enfrentan a los objetivos más difíciles. Solo se podrán alcanzar a través de una mayor cooperación internacional que garantice un acceso universal a servicios de electricidad modernos y eviten la desestabilización climática.

Está claro que no puede existir una puesta en marcha eficaz de un marco climático internacional sin la presencia de unos marcos políticos energéticos sólidos y equilibrados a nivel nacional. Establecer un marco climático internacional sin un buen equilibrio del trilema no tiene ningún sentido.

Un periodo de oportunidades

altas de cara a la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) que se celebrará en París. El proceso de la SE4All de la ONU ha generado nuevas dinámicas internacionales, tras identificar que el acceso a la energía afecta a todo el programa de desarrollo. Sin embargo, ahora esto debe traducirse en acciones y el sector de la energía juega un importante papel aquí.

Este año alberga grandes oportunidades para que los actuales gestores mundiales demuestren que saben hacer frente a los retos que debían afrontar. La firma de un acuerdo climático claro, inequívoco y justo en la COP21, la integración del acceso a energía como un ODS y la elaboración de una hoja de ruta para el acceso universal a la energía son vitales. Tampoco debemos olvidarnos de la Conferencia Ministerial de la OMC en Nairobi, Kenya, en diciembre, donde se esperan conclusiones sobre las limitaciones arancelarias para los bienes medioambientales. Debemos utilizar estas oportunidades y respaldar, de forma activa, estas instituciones e iniciativas.