Discursos

«Comercio, conflicto y migración» - Hacer frente a la crisis del desplazamiento por medio de oportunidades de comercio basadas en el mercado

8 noviembre 2017
ITC Noticias
Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva del ITC, Arancha González, en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia
Estocolmo, 2 de mayo de 2016

Distinguido Secretario de Estado,
Señoras y señores:

Gracias por invitarme a hablarles de comercio, conflicto y migración.

Uno puede preguntarse qué papel desempeña en este ámbito una organización como el Centro de Comercio Internacional (ITC), que es un organismo de desarrollo de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio. El ITC promueve el crecimiento, el desarrollo y la creación de empleo basados en el crecimiento. Nos concentramos en el desarrollo inclusivo y sostenible, y ayudamos a las MIPYME de los países en desarrollo a ponerse en contacto con los mercados, haciendo especial hincapié en las mujeres y jóvenes. La «crisis de refugiados y migrantes» tiene una multitud de causas y, por ende, cualquier solución, debe tener múltiples niveles. El ITC tiene en cuenta la necesidad de ofrecer oportunidades para obtener medios de vida significativos, tanto en el país beneficiario como en el país de origen. Esto no es algo nuevo, pues ha sido la función primordial del ITC durante los últimos 50 años. Lo nuevo es la urgencia de centrar la atención y los esfuerzos en desarrollar resiliencia económica. Lo que también es urgente es la necesidad de que las organizaciones internacionales y no gubernamentales unan mejor sus fuerzas para lograr un impacto significativo.

El mes pasado, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) publicó las nuevas cifras de migración, las cuales no tienen precedentes. El número de personas que residen fuera de su país de origen alcanzó la impactante cifra de 244 millones.

El mes próximo, el ACNUR publicará las estadísticas más recientes sobre personas desplazadas. Se prevé que el número oficial de refugiados, desplazados internos y solicitantes de asilo supere la población de toda Italia.

La comunidad internacional se prepara para hacer frente a este reto. Es evidente que lo primero debe ser la respuesta humanitaria. Tenemos que evitar los conflictos. Debemos concentrarnos en salvar las vidas que corren peligro inmediato y proporcionar a las poblaciones afectadas la ayuda que necesitan.

Eso es indiscutible. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de hacerlo.

Una vez que las situaciones se prolongan, las herramientas humanitarias convencionales comienzan a mostrar numerosas limitaciones. Tras la fase inicial de la crisis es necesario volver a reconstruir medios de vida, sociedades y economías. A medida que sigue empeorando la situación migratoria mundial, tenemos que encontrar nuevas formas para hacer frente a este problema, desde todos los ángulos.

Comenzaré hablando de los refugiados. Como mencionó el Secretario de Estado Oscar Stenström en su discurso inaugural, el tiempo medio que una persona vive en un campamento de refugiados es de 17 años. En Dadaab, por ejemplo, el ITC ha tenido contacto con refugiados de tercera generación. Es decir, con los nietos de los somalíes que huyeron de su país a principios de los años noventa.

Al igual que cualquier otro ser humano, los residentes del campamento de Dadaab aspiran a tener una vida propia en condiciones dignas. Sin embargo, tras vivir decenas de años en un campamento, sin el derecho a trabajar, muchas preguntas siguen sin respuesta: ¿qué pueden hacer los refugiados hoy en día para obtener un ingreso? ¿Cómo pueden organizarse los medios de vida de los refugiados de tal modo que sean legales y sostenibles? Y también, ¿qué competencias necesitan para ser repatriados a medio plazo?

Estas perspectivas se repiten en todo el mundo. A medida que se prolongan las situaciones de desplazamiento, los refugiados pueden pasar decenios sin trabajar. Estamos creando generaciones de personas que no saben lo que significa trabajar para ganarse la vida. Aunque muchos refugiados tienen acceso a la formación en el exilio, la educación no siempre está relacionada con fuentes de subsistencia, con un verdadero ingreso. Sus competencias se deterioran y, en un creciente número de casos, se hacen obsoletas. Una idea equivocada muy extendida es que todos los refugiados o de hecho muchos migrantes son personas sin competencias que no hacen contribución alguna. Y esto está muy lejos de ser cierto. Muchas de estas personas tenían una vida normal como usted y yo antes de que les golpeara la crisis.
Tenían competencias, competencias importantes que pueden utilizarse. Tenían aspiraciones. Tenían una contribución que hacer.

Se han formado miles de sastres y peluqueros entre los refugiados, pero ¿quién los contrata? ¿Cómo se ganan la vida?

Con preguntas como estas en mente, el ITC y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados decidieron colaborar para colmar estas carencias. Queríamos colmar esta brecha tradicional entre «la ayuda humanitaria y la asistencia para el desarrollo». El problema no puede compartimentarse y, sin duda, esa no es la solución. Unimos nuestras fuerzas para hacer frente al desplazamiento desde la perspectiva del comercio y el desarrollo de la productividad.

En sus más de 50 años de historia, el ITC ha desarrollado sólidas competencias en materia de crecimiento inclusivo, que van desde el empoderamiento y el empleo de mujeres y jóvenes, hasta la mejora de la competitividad de las pymes y ayudar a las comunidades pobres a comerciar. Hemos visto de primera mano cómo el comercio puede ayudar a transformar vidas.

Lo que pretende nuestra colaboración con el ACNUR es desarrollar y aplicar enfoques para lograr medios de vida sostenibles en entornos de desplazamiento. Actualmente llevamos a cabo un ejercicio similar con la Organización Internacional para las Migraciones para prestar asistencia a poblaciones cada vez más grandes de migrantes irregulares.

Contribuimos a hacer frente a la crisis migratoria de tres maneras principales.

En primer lugar, haciendo frente a las causas socioeconómicas de la migración económica, sobre todo la falta de oportunidades económicas para los jóvenes si lo permite la situación política, por supuesto. Muchos migrantes irregulares abandonan su lugar de origen porque no pueden vivir decentemente ahí.

La respuesta del ITC consiste en llevar a cabo intervenciones selectivas para mejorar la competitividad de las pymes y las oportunidades empresariales y de trabajo por cuenta propia que generan empleos más numerosos y estables. Estas iniciativas ofrecen oportunidades para ganarse la vida, al tiempo que contribuyen al crecimiento inclusivo, la sostenibilidad y la resiliencia.

En Gambia, por ejemplo, el ITC se ha asociado a la OIM para hacer frente al reto de los jóvenes desempleados, migrantes potenciales y repatriados en zonas sometidas a una gran presión, como North Bank y Upper River.

Juntos pretendemos desarrollar capacidades gubernamentales en cuestiones relacionadas con la migración y el desarrollo, incluida la protección de los migrantes. Y también respondemos a las necesidades inmediatas y a medio plazo de los migrantes que pueden regresar y los repatriados al impulsar el desarrollo local y al ofrecer alternativas a través de proyectos comunitarios basados en el mercado. Este proyecto llega a la diáspora del país a fin de promover la creación de empleo por medio de nuevas vías de exportación.

Se han desarrollado enfoques similares en países que han salido de una situación de conflicto, como nuestra iniciativa del Río Mano, que abarca Guinea, Liberia y Sierra Leona. Aquí la prioridad es el empleo y la reconstrucción, pues la región también fue devastada por la epidemia de Ébola.

En ocasiones escucho que es ilusorio pensar que el desarrollo socioeconómico detendrá la migración hacia países más ricos. La movilidad es inherente al ser humano, así que nunca podremos poner vallas a la movilidad humana. Pero podemos y debemos abordar las causas que llevan a millones de personas a arriesgar su vida y la de sus hijos para poder ganarse el pan.

Un segundo enfoque se centra en desarrollar la resiliencia económica del país de acogida y al mismo tiempo empoderar a los refugiados para que contribuyan de forma activa a los sectores que reciben ayuda. En este ámbito, el ITC ayuda a las pymes locales a aumentar su competitividad y a ofrecer oportunidades de empleo en sectores en los que tanto la población local como los refugiados pueden contribuir. Este apoyo se extiende a lo largo de toda la cadena de valor.

En Líbano y Turquía, el ITC ha identificado el potencial de los sectores de decoración del hogar, mobiliario y alfombras, no solo para sustentar la prosperidad económica del país, sino también para ofrecer empleo a la población local y los inmigrantes por igual. De hecho, los artesanos sirios aportan competencias únicas de tratamiento de la madera y tejeduría que las pymes libanesas y turcas pueden capitalizar como complemento del conjunto de competencias de sus propios trabajadores.

En ambos casos, las pymes aumentan su competitividad al mejorar el apoyo en aspectos cruciales. Aprenden a adaptar sus productos a la evolución de las preferencias de los clientes. Reciben capacitación en técnicas para minimizar el impacto ambiental y hacer un uso óptimo de las materias primas. Además, las pymes participantes se benefician de la prospección de mercados, que incluye la organización de visitas de compradores a su país. En resumen, estos proyectos guían a las empresas locales a través de todo el proceso de exportación, desde las técnicas de producción hasta el uso de plataformas de comercio electrónico.

El resultado es que el empleo de todo el sector recibe un impuso que beneficia a la población local y a los refugiados. Y la economía local gana resiliencia, ya que las pymes contribuyen a aumentar el empleo, a generar riqueza y a diversificar los mercados.

La tercera vía se basa en los programas de inclusión económica del ITC a través del comercio para las mujeres, los jóvenes y los pobres.

Nuestra Iniciativa de Moda Ética, por ejemplo, aprovecha el potencial productivo de las poblaciones urbanas pobres, en su mayoría mujeres, con la ayuda de empresas sociales que actúan igualmente como vínculos de comercialización. La semana pasada, por ejemplo, Camper un fabricante de calzado de mi país, España, hizo el lanzamiento de su colección de botas de cuero curtidos con vegetales hechas en Etiopía. Camper se une así a marcas bien establecidas como Vivienn Westwood, Stella McCartney o United Arrows de Japón que ofrecen una salida a la creatividad de artesanos de Acra y Nairobi a Ramala y Puerto Príncipe. La producción sigue normas de comercio justo y es neutra en carbono. Los resultados como muestran nuestras herramientas de seguimiento, han aumentado los ingresos y la autoestima de los beneficiarios, la mayoría mujeres, para salir por sí mismas de la pobreza.

Desde una óptica más general, este enfoque pretende ofrecer oportunidades de ingresos basadas en el mercado a diferentes grupos de personas vulnerables, como migrantes repatriados, refugiados y desplazados internos. Las empresas sociales exportadoras compran productos a los beneficiarios, que se organizan en microempresas. El exportador les brinda asistencia técnica para la producción y se ocupa de las relaciones de comercialización.

In Dadaab, por ejemplo, hemos confirmado la posibilidad de generar medios de vida basados en Internet. Junto con el Conejo Noruego para los Refugiados, llevamos a cabo un proyecto piloto para aprovechar incentivos de mercado para mejorar las competencias profesionales y generar ingresos. Hacemos participar a empresas establecidas en Nairobi que ya exportan servicios de contratación externa de procesos comerciales, como trabajos de introducción de datos o formateo de documentos. El desarrollo de competencias está dirigido a satisfacer las verdaderas necesidades de clientes reales.

Las evidencias obtenidas hasta ahora muestran un alto potencial para generar ingresos sostenibles y también para desarrollar competencias comerciales. Los nietos de los criadores de cabras somalíes que huyeron de la violencia en su país ahora tienen una oportunidad de prosperar en la economía digital. Nuestro siguiente paso es extender estas medidas de forma que lleguen a un mayor número de personas, tanto refugiados como ciudadanos kenianos. También colaboramos con el ACNUR y su asociado Caritas para implantar este enfoque en beneficio de los refugiados sirios que viven en Egipto.

Estos tres enfoques de mercado resultan prometedores para mejorar la situación de los refugiados y los migrantes. Seguimos aprendiendo de la experiencia de otras, al tiempo que perfeccionamos nuestras propias metodologías y las introducimos en diferentes entornos nacionales.

Hasta ahora, el ITC se ha centrado en las situaciones de desplazamiento prolongado o en zonas con un alto potencial de migración irregular. La labor para crear medios de vida requiere una relativa estabilidad económica, así como una firme aprobación por parte del gobierno. Partiendo de estas primeras experiencias estamos comenzando a observar patrones de buenas prácticas que se relacionan con el ITC.

En primer lugar, no podemos hacerlo solos. Para que nuestras intervenciones tengan sentido, necesitamos alinearnos con las directrices en materia de medios de vida del ACNUR o con la estrategia de la Organización Internacional de las Migraciones a nivel local. En el caso de los refugiados palestinos, también recurrimos a la OOPS para recibir orientaciones y colaboración operativa.

También tenemos que colaborar con asociados locales que sean competentes para trabajar en entornos complejos. Por este motivo, hemos unido fuerzas con el Consejo Noruego para los Refugiados, con el Fondo Fiduciario para la Educación de los Refugiados y otras organizaciones asociadas al ACNUR. Por ejemplo, trabajamos con graduados de los cursos de formación de nuestros asociados (como cursos de costura o informática). También utilizamos las instalaciones ya existentes. Los asociados generalmente se ocupan de aspectos cruciales a nivel local, como la consulta a las comunidades, la dinámica de grupo, la seguridad y la logística. Y estas intervenciones necesitan ayuda de numerosos financiadores.

Otro segundo resultado es que nuestro punto de partida debe situarse en el lugar que puedan cruzarse la demanda del mercado y el potencial productivo de los beneficiarios.

Por ejemplo, una serie de minuciosas auditorías de competencias profesionales efectuadas en el campamento de Mentao en Burkina Faso nos permitieron concentrarnos en las competencias tradicionales de curtido y corte de pieles de los refugiados de Mali. Asimismo confirmamos que existen mercados para dichos productos.

Sin embargo, las actividades de los proyectos solo comienzan tras la confirmación mediante un estudio de mercado detallado y una evaluación completa de las carencias de la oferta. En Dadaab, por ejemplo, esto implicó comprobar la conexión a Internet, el suministro eléctrico y la seguridad de los equipos, así como las competencias de las personas en informática. En cuanto a la comercialización, nuestra meta es ir más allá de los mercados nicho, como los puestos de venta de «comercio justo», e intentar extendernos dirigiéndonos a compradores comerciales que aprecian las compras con impacto. Esta orientación hacia el mercado constituye la base del impacto sostenible, pero requiere una firme disciplina para satisfacer la evolución de las exigencias de los clientes.

A menudo, la presencia de refugiados conlleva un alto costo para sus países de acogida. Por ello no es solo justo, sino también políticamente imperativo que estos países obtengan beneficios de estas intervenciones de asistencia técnica. Nuestro proyecto en Dadaab, por ejemplo, ha sido diseñado expresamente para incluir a ciudadanos kenianos entre los beneficiarios directos.

Por otra parte, las pymes que pagan impuestos reciben una importante ayuda que aumenta el empleo en actividades con un valor añadido más alto. Estas empresas constituyen eslabones cruciales de la cadena productiva, como el diseño de productos, la comercialización, el control de la calidad o la logística.

Por cierto, este enfoque basado en los países de acogida generalmente ayuda a lograr la buena voluntad del gobierno a la hora de relajar las limitaciones legales impuestas al trabajo de los propios refugiados.

En tercer lugar, necesitamos velar por que la asistencia para el desarrollo se canalice correctamente al desarrollo de la resiliencia económica. Al igual que tenemos que logar una colaboración positiva entre los actores del desarrollo para garantizar la rentabilidad. Esta ayuda, junto con el poder del sector privado, será crucial para satisfacer las crecientes necesidades.

Por último, permítanme destacar que el comercio es uno de los elementos importantes para hacer frente a las causas fundamentales de la migración económica, en particular de los jóvenes. Las personas con ingresos tienen menos probabilidades de dejar sus hogares para emprender una peligrosa travesía hacia tierras lejanas.

Las pymes más dinámicas crearán empleos tanto para la población local como para los invitados. También ayudarán a desarrollar resiliencia en los países que se encuentran en el centro de la agitación que provoca la migración.

Aprovechar las oportunidades de mercado puede contribuir a desencadenar el potencial de los seres humanos privados de su dignidad. He visto cómo el comercio transforma vidas, desde las mujeres pobres que tejen cestos en Papua Nueva Guinea hasta una mujer masái de 65 años que aún cuida de las familias de sus seis hijos.

En el ITC buscamos activamente oportunidades para establecer esos lazos comerciales para los millones de personas que se vieron obligadas a dejar su hogar y al mismo tiempo ayudar a desarrollar resiliencia para los países que rodean estos puntos de conflicto humanitario. Este esfuerzo realmente vale la pena.

Muchas gracias por su atención.