Discursos

¿Cómo afectan las cuestiones de género la participación de las pymes en el comercio internacional?

16 octubre 2016
ITC Noticias
Discurso inaugural pronunciado por Arancha González, Directora Ejecutiva del ITC
Universidad de Queens
Kingston (Canadá) - 16 de octubre de 2016

Señoras y señores:

Es para mí un placer estar aquí hoy para hablarles de algunos temas que son de gran importancia para lograr los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: el comercio, las cuestiones de género y las pymes de las Naciones Unidas. Esta noche me gustaría concentrarme específicamente en si existe una dimensión de género en la participación de las pymes en el comercio internacional y, en segundo lugar, en cómo deben incorporar los actores internacional las cuestiones de género en su análisis de los instrumentos de la política comercial y los mercados potenciales.

¿Existe una dimensión de género en la participación de las pymes en el comercio internacional?

Existe un amplio consenso en que el comercio internacional desempeña un papel crucial en el desempeño económico y social y las perspectivas de los países de todo el mundo, en particular de los países en desarrollo.

El comercio permite que los países accedan a las nuevas tecnologías disponibles en el mercado mundial, lo que aumenta los incentivos para innovar. De forma similar, el comercio crea nuevas oportunidades de empleo con la expansión de los sectores exportadores e introduce cambios estructurales que aumentan el empleo de los trabajadores con bajas cualificaciones del sector informal.

Hoy en día sabemos perfectamente que las pymes constituyen la mayor parte del sector privado y la gran mayoría del empleo, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados.

Las pymes formales e informales representan el 95 % de las empresas a nivel mundial, aproximadamente el 50 % del PIB mundial y más del 70 % del total del empleo.

Las pymes desempeñan un papel crucial en la economía canadiense y en el desempeño del comercio internacional. Las pequeñas empresas constituyen un 98 % de las empresas de Canadá, representan el 30 % de su PIB, un 90 % de las empresas que exportan son pymes y son responsables de una cuarta parte del valor total de las exportaciones.

El hecho de que las pymes puedan comerciar e invertir a nivel internacional puede impulsar el crecimiento económico y la productividad, lo que a su vez aumentará los beneficios derivados del comercio. Asimismo, mejorar el desempeño de las pymes podría mejorar la distribución de los ingresos en nuestros países. Por último, una mayor participación de las pymes en el comercio podría promover la formalización y crear empleos mejor pagados.

Casi un 40 % de las pymes son propiedad de mujeres, de modo que ayudar a estas empresas a conectarse con las cadenas de valor internacionales podría incrementar sensiblemente los beneficios antes mencionados. No solo eso, sino que un mayor emprendimiento por parte de las mujeres puede ser fundamental para hacer frente a las desigualdades y la pobreza, ya que esta última también tiene un rostro femenino.

El desarrollo económico y la igualdad de género van de la mano. Las sociedades en las que las desigualdades de ingreso y de género son menores, no solo ofrecen mejores oportunidades socioeconómicas, sino que suelen crecer más rápidamente.

El más reciente Africa Human Development Report indica que la discriminación económica y social contra las mujeres le cuesta a África 105 000 millones de dólares al año, lo que equivale al 6% de su producto interno bruto. Cerrar esta brecha entre los géneros mejoraría considerablemente las perspectivas económicas y sociales del continente.

Sin embargo, dado que los hombres y los hombres tienen diferentes competencias, desafíos y papeles en la economía y la sociedad, y diferente acceso y control sobre los recursos, las repercusiones de las políticas comerciales no son neutras en cuanto al género.

La relativamente mala adaptación de las mujeres a los desafíos y oportunidades de los mercados integrados es uno de los factores más importantes por los que las políticas comerciales les plantean problemas. Este problema es más grave en los países en desarrollo.

De hecho, el ITC publicó recientemente un estudio sobre 20 países en desarrollo que pone de manifiesto que no solo las cuestiones de género tienen un efecto importante en la participación de las pymes en el comercio internacional, sino que también existen notables diferencias en la participación en el comercio entre hombres y mujeres.

Para ilustrarlo mejor, permítanme presentarles algunas cifras de este estudio:

En los 20 países estudiados, un menor número de empresarias participan en el comercio. Tan solo un 20 % de las empresas comerciales entrevistadas de los países en desarrollo del estudio son propiedad de mujeres o dirigidas por estas.

Además, las empresas exportadoras propiedad de mujeres o dirigidas por estas tienen menos probabilidades de dedicarse a la importación que las empresas propiedad de hombres o dirigidas por estos. Mientras que casi el 60 % de las empresas propiedad de hombres o dirigidas por estos también importan bienes, este porcentaje es del 50 % entre las empresas exportadoras propiedad de mujeres o dirigidas por estas.

De modo similar, el estudio examinó la relación entre la financiación, desarrollo y comercio de las pymes, y mostró que las mujeres tienen más problemas para obtener fondos, competir y acceder a los mercados que los hombres.

Como ya he mencionado, estas diferencias entre los géneros a menudo se deben a que las empresas propiedad de mujeres suelen ser más pequeñas que las empresas propiedad de hombres y, por consiguiente, a menudo carecen de los recursos para expandirse a los mercados mundiales.

Pero, ¿a qué se debe? ¿Se debe a que las mujeres prefieren que sus empresas sigan siendo pequeñas e informales o se ven forzadas a ello?

Lo más probable es que la respuesta sea la segunda. Existen diversas razones por las que las empresas propiedad de mujeres están infrarrepresentadas en el comercio internacional y estas varían de un país a otro.

Permítanme presentarles tres importantes razones que impiden a muchas empresarias aprovechar las cadenas de valor internacionales y realizar actividades de mayor valor.

Los sesgos reglamentarios-- Los obstáculos legales y reglamentarios son una de las principales razones de la menor integración de las pymes propiedad de mujeres en los mercados internacionales. De hecho, el informe intitulado «Women, Business and the Law 2016» del Banco Mundial señalaba que el 90 % de los 173 países encuestados tenían al menos una ley que discriminaba a las mujeres.

En muchas economías, los obstáculos reglamentarios limitan el derecho de las mujeres a trabajar y poseer activos. En particular en Oriente Medio y Norte de África, donde para que una mujer registre una empresa a menudo es necesario el permiso de su tutor masculino.

Las políticas nacionales en materia de propiedad de la tierra e igualdad de derechos para poseer y alquilar bienes contribuyen a eliminar estas limitaciones. Sin embargo, en la práctica las políticas sobre propiedad de la tierra tienen una gran carga política y resultan difíciles de aplicar.

Obstáculos de procedimiento-- El informe Perspectivas de Competitividad de las Pymes 2016, publicado recientemente por el ITC revela que, en promedio, las empresas exportadoras propiedad de mujeres tienen problemas en un mayor número de mercados en los que los procedimientos se consideran un obstáculo para el comercio, en comparación con las empresas propiedad de hombres, incluso si las normas son las mismas.

En particular, las microempresas propiedad de mujeres tienen más obstáculos relacionados con los procesos derivados de «problemas de información y transparencia», «pagos informales o elevados», y «comportamientos discriminatorios» que las empresas propiedad de hombres.

Sesgos culturales-- Los papeles de género de carácter cultural afectan a las mujeres de los países en desarrollo y los países desarrollados, como Canadá, país en el que la mayoría de las mujeres propietarias de pymes exportadoras considera que las cuestiones de género desempeñan un papel en el funcionamiento y la internacionalización de sus empresas. De hecho, el informe sobre la situación de la mujer en el mundo de las Naciones Unidas revela que las mujeres dedican al menos dos veces más tiempo que los hombres a trabajos domésticos no remunerados a nivel mundial. Este es un grave impedimento para que las mujeres participen plenamente en la economía. Debido a ello, las empresas propiedad de mujeres tienen menos probabilidades de internacionalizarse.

Otros aspectos de este sesgo son:

Las limitaciones de tiempo que sufren las directoras de empresas-- Debido a que las mujeres tienen una mayor participación en los trabajos domésticos no remunerados, a menudo tienen que elegir entre el empleo y la familia. No obstante, debido a normas y valores culturales, en muchos países aún se espera que las mujeres dejen su empleo cuando tienen hijos, ya que siguen llevando a cabo la mayor parte de las responsabilidades domésticas. Como consecuencia, las mujeres a menudo se ven forzadas a iniciar sus empresas, generalmente informales, debido a la falta de oportunidades de empleo.

El limitado acceso a recursos productivos, como la financiación y la tierra-- Las mujeres tienen un menor acceso a la financiación porque pueden ofrecer menos garantías tangibles e intangibles. En otras palabras, las mujeres poseen menos bienes y activos, y también pueden tener un historial de crédito menos solvente que los hombres. Este hecho podría explicar por qué se concentran en empresas que requieren menos capital.

Acceso limitado a la información y las redes-- Los sesgos culturales y las normas sociales también impiden que muchas mujeres se unan a redes de empresas formales, algo que generalmente facilita identificar y aprovechar oportunidades de mercado. En lugar de ello, las mujeres suelen recurrir a contactos informales y personales.

Conjuntamente, esos obstáculos pueden explicar por qué las empresas propiedad de mujeres generalmente son más pequeñas y menos productivas que las de los hombres.

Debido a su reducido tamaño, las empresas propiedad de mujeres también se ven afectadas desproporcionadamente por los costos fijos relacionados con el comercio, como la medidas no arancelarias (MNA). La razón de ello es simple: las MNA, como las normas o los procedimientos aduaneros prolongados, a menudo hacen que los costos de las transacciones sean más elevados para los exportadores. Para las pymes que suelen comerciar volúmenes más reducidos, esto implica que los costos fijos representan una mayor parte de los costos unitarios en comparación con los de las empresas que exportan mayores cantidades. Puesto que las empresas propiedad de mujeres suelen ser más pequeñas que la de los hombres, las MNA afectan más a las primeras que a los segundos.

Creo que a estas alturas, la respuesta a mi primera pregunta resulta obvia: existe una dimensión de género en la participación de las pymes en el comercio internacional.

Como ya he mencionado, las pymes tienen un gran papel que jugar para que los beneficios del comercio se distribuyan de forma más equitativa. Al igual que las mujeres. Es por ello que en el ITC estamos convencidos de que conectar las empresas propiedad de mujeres a los mercados mundiales es más importante que nunca.

Ahora bien, ¿cómo podemos resolver estos problemas y permitir que las mujeres participen y obtengan los mismos beneficios del comercio que los hombres?

Existen varias maneras para lograr una mayor equidad e igualdad de género. Hasta ahora, la mayoría de las iniciativas emprendidas por las instituciones de apoyo al comercio y la inversión (IACI), gobiernos, empresas multinacionales, organizaciones internacionales y ONG para ofrecer acceso al mercado a las empresas propiedad de mujeres se basan en facilitar el acceso a la financiación, a la información sobre el mercado y a las redes, así como en el desarrollo de capacidades y la formación.

Sin embargo, crear y facilitar un entorno para el comercio inclusivo y sostenible va más allá, pues requiere cambios en el ámbito del comercio internacional.

Y esto me lleva directamente a la segunda pregunta: ¿Cómo debemos incorporar las cuestiones de género en nuestro análisis de los instrumentos de la política comercial y los mercados potenciales?

Algunas experiencias recientes de apertura de mercados y sus efectos en la igualdad de género apuntan a que es necesario incorporar las dimensiones de género en la formulación y aplicación de la política comercial en general.

El empoderamiento económico de las mujeres debe ser parte integrante de la política comercial, no solo porque genera empleo, sino porque las mujeres reinvierten hasta un 80 % de lo que ganan en sus familias y comunidades y son una potente herramienta para vincular el comercio al desarrollo. Por ello, la inclusión de las perspectivas de género en nuestro análisis de la política comercial y sus acuerdos es un elemento fundamental de un marco integrado de políticas de desarrollo.

Existen varios instrumentos normativos que ofrecen puntos específicos para incorporar las dimensiones de género en la política comercial internacional.

Permítanme exponer algunos de ellos:

En primer lugar, la incorporación de perspectivas de género en el proceso de la apertura del comercio es una forma de asegurarse de que el comercio internacional tenga el mismo impacto en mujeres y hombres.

Algunos acuerdos de libre comercio bilaterales y regionales incluyen una causa social: una disposición que debe incluirse en algunas regulaciones y cuestiones laborales junto con otros temas relacionados con la pobreza, la protección de las minorías y el desarrollo social en general.

Sin embargo, para garantizar que los beneficios del comercio sean inclusivos y para hacer frente a los retos a los que se enfrentan las mujeres, los acuerdos de libre comercio deberían prestar mayor atención a las cuestiones de género, por ejemplo, mediante la incorporación de cláusulas de género específicas.

Chile y Uruguay han incluido todo un capítulo de disposiciones relativas a cuestiones de género en el acuerdo de libre comercio que firmaron recientemente: no solo por reconocer la importancia de aumentar las oportunidades para que las mujeres participen en la económica internacional a fin de impulsar el crecimiento económico sostenible de sus países, sino también para crear un Comité de Género para supervisar la incorporación de las cuestiones de género en la aplicación de su acuerdo comercial.

La dimensión de género debe figurar en el análisis de los intereses ofensivos y defensivos al inicio de una negociación comercial y aportar información a las posiciones de negociación. Y todo ello requiere datos desglosados por géneros.

Los ámbitos que revisten especial interés son las medidas no arancelarias, incluidas las normas de origen, así como los compromisos en materia de servicios o la contratación pública. No es que estos ámbitos requieran «normas de género» específicas, sino que las normas y compromisos deben formularse desde una perspectiva de género concreta.

Además, el impacto de estos acuerdos en el empoderamiento económico de las mujeres debería ser examinado periódicamente, incluso en el marco de los Mecanismos de Examen de las Políticas Comerciales de la OMC.

Por último, la celebración de acuerdos comerciales bilaterales o preferencias comerciales unilaterales podría estar condicionada a la eliminación de la discriminación legal que impide el empoderamiento económico de las mujeres.

En segundo lugar, los marcos multilaterales de asistencia al desarrollo, incluida la Ayuda para el Comercio, ofrecen otros puntos de entrada para incorporar las perspectivas de género al desarrollo de la capacidad comercial. El Marco Integrado Mejorado, un programa de donantes múltiples, que asiste a los PMA para tener una mayor participación en el sistema comercial mundial ayudándoles a hacer frente a las limitaciones de oferta para comerciar, ha reconocido que es necesario abordar las limitaciones específicas de genero propias del comercio y ha incorporado cuestiones de género en sus proyectos con la colaboración del ITC.

Desarrollar la competitividad de las pymes propiedad de mujeres y conectarlas con los mercados regionales y mundiales es una parte esencial de lo que hacemos en el Centro de Comercio Internacional con la valiosa ayuda de Canadá. Nuestra iniciativa SheTrades pretende movilizar los esfuerzos mundiales para poner a un millón de empresarias en contacto con los mercados de aquí a 2020.

Por medio de la aplicación para dispositivos móviles SheTrades, las empresarias pueden intercambiar información sobre sus empresas, aumentar su visibilidad, ampliar contactos, conectarse e internacionalizarse. A través de nuestra Plataforma Mundial de Acción para el Abastecimiento de Proveedoras ayudamos a poner en contacto a socios comerciales que adquieren más de 1 billón de dólares de los Estados Unidos de bienes y servicios con una red de más de 50 000 proveedoras. A través de ella ayudamos a que se cumplan los compromisos de aumentar la cantidad de compras a empresas dirigidas por mujeres.

Por último, las plataformas multilaterales y foros intergubernamentales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y Women 20 (W20), son cruciales para fomentar el debate y las acciones relacionadas con las cuestiones de género entre los expertos y para ofrecer un fundamento sólido para llegar a consensos.

De modo similar, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) ha incorporado en sus foros deliberaciones y evaluaciones sobre la forma en que los acuerdos comerciales afectan a las mujeres y los hombres, y trabaja a favor del empoderamiento económico de la mujer y su inclusión en la economía regional a través de su Asociación Política sobre las Mujeres y la Economía.

La Comunidad de África Meridional para el Desarrollo (SADC) reconoce que la igualdad de género es un derecho humano fundamental y parte integrante de la integración regional y el crecimiento económico. Como lo demuestra la adhesión y ratificación de marcos normativos que promueven los derechos humanos de las mujeres, como la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

Sin embargo, puesto que las políticas comerciales interactúan y se ven afectadas por muchas otras políticas nacionales y factores internacionales, es necesario incrementar su coherencia y fomentar un enfoque más coordinado a fin de eliminar con mayor rapidez los obstáculos a los que se enfrentan las empresarias.

Permítanme finalizar diciendo que hoy es más imperativo que nunca que todos los actores colaboren para hacer realidad la igualdad de oportunidades económicas para hombres y mujeres. Todos tenemos interés en eliminar los obstáculos que impiden a las mujeres participar y beneficiarse plenamente del comercio. Si las condiciones de la mujer mejoran, mejora el mundo entero.

Gracias